Dice el adagio que si haces lo que amas no trabajarás un solo día de tu vida. ¿Cómo encuentra cada persona eso que ama hacer? Bien, encontré mi vocación temprano en la vida, decidí que quería ser traductora, pero la realización de esa vocación llegó muchos años después y esta es mi historia.
Primer acto
En mi adolescencia empecé a recibir clases de idioma inglés de manera formal y obligatoria de acuerdo con el currículum del Ciclo Básico, en Guatemala esta es la etapa siguiente después de la escuela primaria. Fui una de esas afortunadas criaturas a las que les gustó aprender un idioma extranjero con todo y sus entresijos, por lo tanto no le tomé aversión como a algunos les suele suceder.
Mi profesora de ese entonces en la Escuela de Aplicación Dr. Carlos Martínez Durán, Mara Palencia, tenía como parte de su método pedir a los alumnos que se pusieran de pie y tradujeran de vista las instrucciones de los ejercicios del libro de texto, o que hicieran lo mismo por escrito en el cuaderno. A mis ojos, hacerlo supuso toda una experiencia y descubrí que esta era una habilidad que necesitaba cultivar.
Les comenté a mis papás mi entusiasmo por todo lo que estaba aprendiendo y mi papá me dijo que de grande podía convertirme en traductora jurada; esta idea se quedó en mi cerebro y poco a poco empezó a habitar también mi corazón. Sin embargo, si me hubieras preguntado qué quería ser cuando fuera grande te habría dicho que psicóloga.
Segundo acto
Terminados los Básicos llegó el momento de decidir una carrera a nivel medio, me decidí a estudiar el Bachillerato en Ciencias y Letras y mis papás me inscribieron en el Instituto Normal Centro América, el Glorioso INCA. En el instituto tuve como profesora a la extraordinaria licenciada Hilda de Noriega; gracias a ella aprendí mucho de la gramática del inglés y descubrí mi pasión por la traducción literaria.
¿Cómo hizo la profesora para ayudar a la pequeña Nancy del pasado a sentir pasión por la traducción? Le dio a ella y a sus compañeras como tarea leer y hacer resúmenes de la novela Love Story de Erich Segal. Tal vez conozcas la historia de esta novela por la película de 1970.
Pues bien, yo en vez de hacer resúmenes hacía traducciones de los capítulos. ¿Por qué ella no me dijo que así no quería la tarea? Eso nunca lo sabré, pero hizo nacer en mí el amor por una de las ramas de la traducción que más me gusta.
Después de dos años aprendiendo mucho de ella, llegó el momento de decidir por fin la carrera universitaria, eso lo tuve un poco menos claro al principio, porque la carrera de traducción no estaba en ninguna universidad de mi país.
Lo que sí tenía claro era que quería traducir. Y durante mis vacaciones y mi primer año después de graduarme traduje libros para mi propia diversión. Apareció en mi vida el internet y descargué de Project Gutenberg Rilla of Ingleside. Yo soy una gran admiradora de la saga de Anne de Tejados Verdes de Lucy Maud Montgomery, y para entonces ya había leído y releído los libros que tenía de la saga, pero me faltaba Rilla. Cuando lo descubrí en línea me emocioné como nunca y con mi viejo diccionario inglés-español de Larousse me di a la tarea de hacer mi primera traducción literaria.
El trabajo lo hice solo con el diccionario Larousse, sin buscar términos en internet (la hora de conexión era carísima y te recuerdo que en esta parte de la historia seguimos en los principios del siglo XXI). Al terminar no sabes qué satisfacción y orgullo sentí. Lo corregí y mis papás me permitieron imprimirlo y encuadernarlo.
A este libro le siguieron un par de tomos de Spooksville, de Christopher Pike, que mi papá me compró en ventas de libros usados. Estos los traduje a mano con el mismo diccionario Larousse.
Tercer acto
¿Cómo puede ser que teniendo claro cuál era mi pasión me costara decidir la carrera universitaria?
Como te decía arriba, a principios de los 2000 la carrera de traducción no existía en las universidades de Guatemala, solo estaban disponibles las academias y estas tenían (y siguen teniendo) un costo elevado. Yo no quería estudiar nada más en la universidad, pero había que decidirse por algo y así fue que mi camino en la Tricentenaria Universidad de San Carlos de Guatemala empezó en la Escuela de Profesores de Enseñanza Media (EFPEM) y entré a la carrera de Profesorado en Lengua y Literatura.
Mi paso por la EFPEM fue breve… brevísimo. No me acoplé al ritmo y desde luego, la docencia no era de mi interés en esa época. Empecé a trabajar como recepcionista en una empresa y mi aventura universitaria se quedó espera unos años, con la excepción de que seguí estudiando inglés en el Centro de Aprendizaje de Lenguas de la universidad.
Unos años más tarde, después de un poco de reflexión (y otro poco de presión de amigos muy queridos), volví a la USAC y escogí como carrera la Licenciatura en Letras que ofrece la Facultad de Humanidades. Mi elección se basó en el hecho de que para ser una buena traductora (y una buena traductora literaria) debía conocer mejor mi idioma materno y todo lo que se relacionara con la literatura.
En el Departamento de Letras conocí excelentes catedráticos y compañeros, además aprendí otras habilidades que me hicieron lo que soy hoy en día también: correctora de textos. Mi meta del 2021 es graduarme porque la tesis ya durmió bastante.
Cuarto acto
Entonces, ¿cómo me convertí en traductora profesional y jurada? Seguro te lo estarás preguntando.
En el año 2016 me animé a entrar al Programa de Traducción Profesional del Instituto Guatemalteco Americano (IGA); de este diplomado te hablaré con más detalle en otra entrada del blog. Después de haber estudiado una carrera de cinco años quería un programa más específico que otra carrera universitaria en la que aprendes cosas a parte del tema en particular. Del diplomado obtuve eso, conocimientos puntuales que me convirtieron en una profesional y me dieron las herramientas para ganar el examen de traductor jurado.
Igual que en mi recorrido hasta este punto, conocí profesoras (Evelyn de Vides, María del Carmen Donis, Betsy de Arroyave, Trudy Mercadal) y compañeros increíbles con los que tenemos un lindo grupo y un sistema de apoyo que no imaginaba al principio. Aprendimos a manejar otras ramas de la traducción como la económica y la jurídica, mucha gramática en español y en inglés, literatura y legislación.
Al fin, junto con mis compañeros empezamos con los trámites para hacer el examen de traductor jurado que está disponible en Guatemala y los pasos para ello te los explicaré en otro blog por si eres colega y es de tu interés.
A finales del 2018 tomé una decisión importante. Dejé mi trabajo en febrero del año siguiente y me lancé a esta aventura de ser una profesional autónoma. Han sido casi dos años con sus temporadas ocupadas y desocupadas, pero soy feliz de poder haber encontrado mi vocación y de haber contado con la formación que me respalda.
A pesar del esfuerzo que supone traducir, es decir, el cansancio mental del trabajo e invertir tiempo y dinero en formación, equipo, diccionarios y textos de apoyo, como te decía, es verdad que amar tu trabajo hace que este se convierta en algo que anhelas hacer y que haré por muchos años si Dios así lo permite.
Así que, ya que conoces algo de mí, ¿cuál es tu historia? Mándame un mensaje y me la cuentas. Y si puedo ayudarte y necesitas mis servicios, también házmelo saber.
¡Hasta muy pronto!
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